Los arquitectos pueden ayudar a luchar contra el cambio climático al reducir las emisiones de CO2 y el uso de materiales derivados de los combustibles fósiles.
El cambio climático es “el cambio de clima atribuido directa o indirectamente a la actividad humana que altera la composición de la atmósfera mundial y que se suma a la variabilidad natural del clima observada durante períodos de tiempo comparables”, de acuerdo con la definición dada por la Convención Marco de las Naciones Unidas sobre Cambio Climático (CMNUCC). La principal causa del cambio climático y del aumento de la temperatura media del planeta es el incremento de la emisión de gases a la atmósfera, especialmente de CO2.
El sector de la construcción emite 40% del CO2 de Europa y Estados Unidos, una cifra bastante significativa para un solo sector y que se debe a que las edificaciones consumen mucho combustible fósil en todas sus fases: construcción, uso y demolición.
La producción y el tranporte de insumos de construcción, como cemento, arena, acero, hierro, cal y aluminio, implica emitir gases; si se trata del uso de las edificaciones, estas demandan recursos no renovables y energía.
Reinventar la arquitectura y los métodos de construcción para mitigar el cambio climático es una necesidad imperante. Neutralizar o reducir las emisiones de CO2 y el impacto medioambiental del sector de la construcción es el aporte más importante de los arquitectos al planeta. ¿Cómo lograrlo?
Cinco formas de combatir el cambio climático con la arquitectura
1. Bioconstrucción. Es una forma de edificar que ofrece confort sin dañar el medioambiente.
Entre los principios éticos y de respeto al entorno se encuentra la exigencia de construir con materiales obtenidos de forma sostenible, como madera, cerámica, piedra, hormigón, materiales basados en plantas y todos aquellos que no sean tóxicos o nocivos para los humanos durante su producción ni en su vida útil.
2. Passivhaus. Es un término alemán que se refiere a una técnica de construcción con bajo consumo de energía y de emisiones de CO2. De acuerdo con sus desarrolladores, este método “no supone el uso de un tipo de producto, material o estilo arquitectónico específicos sino la optimización de los recursos existentes a través de técnicas pasivas como, por ejemplo, una correcta orientación de las ventanas para aprovechar el calor del sol cuando están cerradas”. Así como beneficiarse de la ventilación natural cuando están abiertas. Otros criterios de este estándar son: súper aislamiento en paredes, suelos y cubiertas (materiales de alta resistencia térmica que impiden pérdidas o ganancias de calor) y el control de infiltraciones -que garanticen la calefacción por ventilación mecánica y no por ningún otro sistema de climatización).
El aprovechamiento de las condiciones atmosféricas logra un ahorro energético que oscila entre 70% y 90% con respecto a una edificación normal, según el Instituto Passivhaus.
3. Arquitectura bioclimática. Este tipo de arquitectura aprovecha las condiciones climáticas y los recursos naturales (sol, vegetación, lluvia, vientos); de esa forma se mitiga el impacto ambiental y disminuye el consumo de energía. Un ejemplo es tomar en cuenta la orientación de una edificación para aprovechar al máximo el sol, la ventilación o el aislamiento térmico.
4. Tecnología al servicio de la arquitectura. Actualmente la construcción incorpora la tecnología con fines medioambientales: sustituye la energía derivada de combustibles fósiles por fuentes de energías limpias (como paneles fotovoltaicos, calentadores solares y turbinas eólicas) o aprovecha la domótica para controlar y automatizar los servicios del hogar.
Por si fuera poco, existen dos herramientas que ayudan a los arquitectos a que su trabajo sea más amigable con el ambiente. Una es la base de datos interactiva deQo, que “mide las emisiones de dióxido de carbono de los edificios desde que se extrae el material, se transporta y se construye, hasta que se produce la demolición”, en palabras de su fundadora, Catherine de Wolf.
Deepki Ready, por su parte, es un software que analiza el consumo energético de los edificios y lo optimiza. Para conseguirlo usa modelos analíticos y big data. Este sistema ya está instalado en edificios en Europa, Colombia y Japón.
5. Refrigeración pasiva. Los arquitectos empiezan a diseñar sistemas que conservan los recursos naturales. La refrigeración pasiva, por ejemplo, emplea el agua de lluvia para reducir el requerimiento energético en días calurosos mediante materiales aislantes, sistema de orientación y placas solares.
Asimismo, existen soluciones arquitectónicas como las construcciones flotantes, que sirven de alternativa para lugares que no cuentan con infraestructura terrestre. Son comunes en los Países Bajos, por su geografía deltaica y sus ciudades con canales.
En 2013, la cantidad de CO2 en la atmósfera alcanzó magnitudes récord (más de 400 partes por millón), que no se presentaban desde hace diez millones de años, durante el Mioceno. El pronóstico de aquí a 2030 no es alentador: según el Panel Intergubernamental de Expertos sobre Cambio Climático de las Naciones Unidas la atmósfera podría calentarse hasta 1,5°C en comparación con las temperaturas previas a la industrialización.
La arquitectura tiene un papel importante en la lucha contra el cambio climático, mediante el diseño y la promoción de edificaciones que reduzcan las emisiones de carbono y la dependencia de los combustibles fósiles